- Click, ganando el control -

1:11

Empiezo este relato en la puerta de lo de mi psicóloga mientras espero a que mi mejor amiga salga de su turno, casualmente consecutivo al mío, para después disfrutar de una rica merienda antes de emprender mi viaje de compras a Chile. Esas son las actividades que uno se propone cuando tiene que superar una relación y tiene los recursos para hacerlo.
La última vez que salí de acá, tuve que cumplir con una asignatura. La sesión de hoy se trató, puntualmente, de avanzar ítem por ítem para desmitificar la lista negra del desamor, esa lista que tantos dolores de cabeza me trajo. ¿El objetivo? Hacer click.

Hacer click se trata de comprender. De evolucionar. De mirar para adelante y no hacia el pasado. De retomar las riendas. De ganar el control. De soltar.
Uno no entiende el verdadero significado de esa expresión tan cursi y tan cliché que significa "soltar" hasta que conecta con sus sentimientos más profundos y se pregunta por qué.
Inevitablemente cuestionarte te obliga a hacer un mea culpa, a mirar objetivamente tus errores, cada desacierto, cada tropiezo, cada permiso indebido, cada acto de sumisión. Y ahí estás, asimilando sin darte cuenta, asumiendo que sos únicamente vos quien tiene el poder de cambiar tu propia realidad. Vos y nadie más que vos.
Y la realidad a veces aparece escondida, disfrazada, delante de nuestros ojos, pero no somos capaces de verla o no es el momento -porque cada uno tiene su momento- o como fue mi caso, se presenta de forma epifánica, en medio de una intensa charla con tu psicóloga.
Esta epifanía tiene que ver con un largo proceso de debate. Con un arduo trabajo a la par de esta mujer que me llevó a aceptar que estoy lista. Lista para dejar ir. Y estoy lista justamente gracias a "la lista".
Porque finalmente entiendo que si de una serie de puntos encontrás más en contra que a favor, ¿por qué seguir sosteniendo que lo que hoy sentís sigue siendo amor?
Lo hubo. Sí que lo hubo, y mucho. Más del que hubiera podido imaginar. Pero como dicen por ahí: nada se pierde, todo se transforma.
La respuesta está ahí, en tu hoja. En cada reflexión. Y sí, da miedo. Obvio que da miedo cambiar. Da pánico despegar, pero yo mañana me voy a tomar un avión, y -tarde pero seguro- mi viaje recién empieza.

¿Querés seguir leyendo?

0 comentarios

Facebook