- V de Venganza -

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«Remember, remember, the fifth of November»
No sé si tuvieron la posibilidad de ver "V de Venganza" (V for Vendetta). Debo remarcar: es mi película favorita. Tal es así que hace menos de un año, en un viaje que surgió de forma inesperada, entre charla y charla se la recomendé a un taxista, y siento la seguridad de que con mi gesto hice mi buena acción del día.
Hay que tener mucho coraje de, entre tanta diversidad, saber determinar con convicción que preferís algo a todo lo demás. No lo logro ni cuando me preguntan cuál es mi comida preferida. ¡Y yo qué sé! Amo comer, punto. Y sería capaz de pasarme horas comiendo y disfrutando de cada sabor, entonces no podría ni afirmar ni negar que antepondría una comida por sobre otra; aunque sí puedo decir que el apio y la radicheta no son santos de mi devoción -les digo por si hay un/x alguien por ahí sopesando la posibilidad de invitarme a comer.
En este caso, me sucede todo lo contario. Tengo la certeza de que no hay película que, desde mi punto de vista, supere la magnificencia de "V de Venganza". Y pueden venir de a unx a mencionarme un sinfín de mejores largometrajes, porque me va a tener bastante sin cuidado. Es una cuestión de química y piel. Es una cuestión de subjetividad desmedida, de etapa de enamoramiento infinita.
Para quienes no la hayan podido ver, les resumo brevemente. "V de Venganza" trata sobre la revancha de un justiciero que, casualmente, se hace llamar "V" (Hugo Weaving), quien luego de 400 años de sucederse el hecho de "la conspiración de la pólvora" (5 de Noviembre de 1605), decide rememorar y homenajear a los involucrados, representando al principal implicado, Guy Fawkes -activista inglés que intentó volar el parlamento de Londres con el fin de dar un mensaje revolucionario a una sociedad dormida.
La película, como dije, nos sitúa cuatrocientos años después de este suceso. Sacando cuentas, está ambientada en el 2005, pero en este caso, vendría a ser un 2005 futurista.
Las nuevas tecnologías hacen que sea más sencillo mantener vigiladxs a lxs ciudadanxs, presididxs por el vil dictador Adam Sutler (John Hurt), quien en realidad asumió la Cancillería de la nación por votaciones hechas y derechas, aunque la trama comienza a develar algunos engaños que encastran a la perfección con los acontecimientos históricos mencionados dos párrafos atrás.
Nuestro flamante vengador del futuro, entonces, comienza a poner en evidencia a lxs dirigentes, mediante increíbles estrategias que vislumbró y planeó durante años de encierro, porque, adivinen... ¡Sí, señoras y señores! "V", fue capturado, ultrajado, y torturado en un campo de concentración bajo este mismísimo gobierno de facto.
Podría contar secuencia por secuencia de esta película que en mi corta vida vi no menos de veinte veces; podría escaletar acción por acción; podría parafrasear cada diálogo, porque estos, sin dudarlo, son el fuerte de la película; poesía en cada oración, principalmente en la presentación teatralizada del protagonista, la cual me atrevo a citar:

"...en esta auspiciosa noche permítame a falta de un apelativo más común insinuar la naturaleza de este personaje dramático. ¡Voilà! Ve a un veterano de las variedades hacer papel de víctima y villano por los caprichos de la vida. Esta apariencia no es mera vanidad. Es el vestigio de una vox populi ahora desaparecida. Pero esta valiente visita de un fastidio pasado cobra vida y ha hecho un voto de vencer a los virulentos vanguardistas del vicio violadores violentos y voraces de la voluntad. El único veredicto es venganza, la revancha como un voto, no en vano, pues el valor y la veracidad de tal, algún día vindicarán al vigilante y al virtuoso. Esta verborrea se vuelve más verbosa así que déjeme agregar que es un placer conocerla. Me puede llamar 'V'".




Leer ese texto y recitarlo, hace que inevitablemente se me ponga la piel de pollo. Que con una línea, tanto guionistas como directores, sean capaces de generar algo del otro lado de la pantalla, me parece sencillamente mágico. Y más mágico aún me resulta tener la habilidad de redactar un discurso en el que predomine intencionalmente la "V" -no menos de treinta y cinco veces-, dándole identidad tanto a la historia como al personaje.
Sin embargo, quisiera destacar la controversia que genera una ficción de este tipo en lxs espectadores. Porque si bien la trama es súper extensa, los temas que trata, son más que concretos y dicotómicos: lealtad, rencor, verdad, venganza, valor, odio, convicción, lucha.
Pues en "V de Venganza" nos encontramos con un rebelde agitador enmascarado que lucha por alcanzar la justicia, y que está dispuesto a lo que sea -incluso matar- con el propósito de erradicar la opresión gestada por el fascismo. Vendría a ser algo así como una especie de ojo por ojo. No obstante, esta no es su única meta, así como él no es sólo un vengador enmascarado, sino que es la Venganza en sí misma, y la venganza no tiene rostro; representa, en este caso, una forma de vivir.
"Lo que me hicieron, me hizo", dice "V" con contundencia. Acción y reacción, causa y efecto. Su pasado ya no es, y su presente se volvió lograr su cometido, sin importar las consecuencias. Y quienes lo observen, vitorearán su accionar, porque el deseo de vengar lo injusto, así sea de la manera más atroz, está en todxs nosotrxs -incluso en quienes, luego, criticarían actos revolucionarios simples e inocuos.
Así y todo, unx no puede andar por la vida haciendo de juez y de verdugo, porque no se trata de suplir una tiranía por otra. No se puede justificar, por ejemplo, que grupos de tareas amparados por el Estado, hayan perseguido, torturado, asesinado y "desaparecido" personas. Por muy nefastos que hayan sido sus actos, todxs merecemos un juicio justo. No se puede erradicar la violencia con violencia. Generaría una concatenación de tragedias. La muerte genera más muerte, y sin ir más lejos, la generó. Ni hablar de que el Estado debe ser el organismo regulador encargado de velar por nuestros derechos, no de destruirlos y pisotearlos.
Pese a esto, en "V de Venganza", unx llega a empatizar con el sentido de revanchismo y a tomarlo como propio, aunque tengamos la buena fortuna de que la moral y la ética nos limiten, en la vida real y cotidiana, a llevar a cabo nuestros impulsos de animalidad más salvajes, pues la lucha no está en la violencia, sino que en la sabiduría y en pregonar el pacifismo, cueste lo que cueste. No habrá mejor que aferrarnos a ese ideal. Y como dijo mi querido "V", los ideales son a prueba de balas.

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